Una visión muy reduccionista asumiría que un territorio es una superficie delimitada, casi una imagen instantánea de un pedazo de nuestro planeta, visto en su lámina sólida superior.
Sin duda eso es parte del territorio. Es una de sus partes actuales, pero es mucho mas que eso. Es una consecuencia de un devenir de situaciones pasadas, presentes y futuras que condicionan un gran nicho múltiple, a veces parcial, a veces total, escenario de intercambios químicos y físicos, donde reside y sucede la vida.
¿Cuál vida? La de infinitas especies que constituyen la biodiversidad. Un territorio sería entonces una porción de biosfera, la ínfima pátina en la que nuestra especie convive.
Y cómo ha sido habitado por el Hombre, cómo ha interactuado con un medio cambiante, aprovechado las ventajas y escapado de los factores negativos, es parte de lo necesario para la comprensión integral de ese territorio.
Somos como especie el pasado de un futuro que se renueva en cada momento, porque a cada instante dejamos nuestra impronta. Pero: ¿Cuál es aquella huella que quedó de tantos siglos, milenios de vida humana?
La valoración total de un territorio, que es un espacio actual con un componente natural no es sólo un acumulado de la lista de recursos que ofrecen los bienes de uso. Incluye tesoros del conocimiento, sutiles y esquivos para hallar, que hacen en este caso a una dimensión cultural, acervo patrimonial significativo y perdurable.

Creando nuevos parques nacionales: Ciervo de los Pantanos y Faro Querandí – Mar Chiquita

En Argentina varios procesos de creación o implementación sobre el terreno de nuevos parques nacionales están en proceso, algunos de grandes dimensiones como El Impenetrable (130.000 ha) en la Provincia del Chaco, Iberá (157.000 ha) en Corrientes y Patagonia (52.800 ha), en Santa Cruz.

Otros no impresionan por el tamaño del espacio a proteger, pero pueden ser estratégicos para algunas regiones en donde los usos de la tierra están siendo sometidos a grandes mutaciones, como en el caso de Otamendi (4.000 ha), rodeado de zonas urbanas, al que se podría sumar para conformar una unidad de gestión única la actual Reserva Provincial Río Luján (1.000), para crear el nuevo Parque Nacional Ciervo de los Pantanos, en honor a esa especie poco conocida y bien maltratada.